Cuenta la tradición, que en Monroyo (al ser tierra de frontera) descansó el Cid Campeador en varias ocasiones de sus fatigas guerreras.
Es famosísima la batalla del pinar de Tévar entre el Cid y el conde de Barcelona Berenguer Ramón II a finales de octubre del año 1090. El pinar de Tévar que se menciona en el poema épico titulado «El Cantar del Mio Cid», corresponde a los bosques que hay entre Pereroles y la Cogulla.
Es también curiosa y digna de estudio la leyenda de la batalla del pinar de Tévar, que se libró en los bosques de los alrededores del río Escorza. Cuentan que el conde Berenguer Ramón perdió una de las siete partes de su alma en la batalla y que esa parte se quedó en el alma de los guerreros muertos. Cada diez años, los acabados en cero, al amanecer del último día de octubre, una nube blanca que baja desde Torremiró hasta el lecho del río Escorza, es el portador del impetuoso rugido de una encarnizada lucha entre los relinchos de los caballos, el chocar de las armas, los lamentos de los heridos y los estrepitosos gritos de los guerreros que van muriendo a golpe de espada.
Es famosísima la batalla del pinar de Tévar entre el Cid y el conde de Barcelona Berenguer Ramón II a finales de octubre del año 1090. El pinar de Tévar que se menciona en el poema épico titulado «El Cantar del Mio Cid», corresponde a los bosques que hay entre Pereroles y la Cogulla.
Es también curiosa y digna de estudio la leyenda de la batalla del pinar de Tévar, que se libró en los bosques de los alrededores del río Escorza. Cuentan que el conde Berenguer Ramón perdió una de las siete partes de su alma en la batalla y que esa parte se quedó en el alma de los guerreros muertos. Cada diez años, los acabados en cero, al amanecer del último día de octubre, una nube blanca que baja desde Torremiró hasta el lecho del río Escorza, es el portador del impetuoso rugido de una encarnizada lucha entre los relinchos de los caballos, el chocar de las armas, los lamentos de los heridos y los estrepitosos gritos de los guerreros que van muriendo a golpe de espada.